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Mostrando entradas de noviembre, 2020

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Lic. Agustín Sartuqui

La lógica del tiempo

En la prisa de los tiempos que corren, nos pesa cada vez más el yugo de la puntualidad. Estamos inmersos en una cultura capturada por lo virtual, donde los dispositivos de última generación nos envían notificaciones que demandan la disciplina y el hábito del deber-ser-a-tiempo. En el mar de la precisión, navegamos en un presente continuo y a merced de una corriente horaria que señala la dirección de un inexorable destino. Este tiempo mensurable, objetivo y preciso, sucede en un encadenamiento de instantes cargados de actualidad. La relación lineal de causa y efecto, le imprime un sesgo racional-explicativo a lo que nos acontece. Es así que un “ahora” reemplaza a otro, siendo el pasado lo que explica el presente, y el presente lo que causa el futuro.   Un fiel reflejo del avasallamiento cronometrado, lo encontramos en preguntas como éstas: ¿Para cuándo el hijo? ¿Qué esperas para cambiar de trabajo? ¿Cuándo te vas a recibir? Y la lista podría ser tan larga como nuestra imaginación. F

La experiencia literaria

A lo largo de los años me encontré en distintas situaciones que me pusieron cara a cara con la pregunta “¿quién soy?”. Cada uno de estos encuentros, me ayudó a calibrar un poco más la brújula que me guía en la búsqueda de sentido. En este des-cubrir, me topé con algunas vivencias que me conectaban con la esencia de las cosas, junto con otras que, más allá de su encanto fugaz, terminaron siendo accesorias y prescindibles. De igual modo aprendí a aceptar que no todo se puede. Convivir con la misteriosa intriga de lo inalcanzable, es también una forma de crecimiento interior. Y es que, a partir de esa ominosa imposibilidad, pueden surgir fenómenos tan interesantes como los que vemos, por ejemplo, en el arte. En fin, si bien fui cerrando algunas puertas que me abrieron a nuevas experiencias (no siempre), creo fervientemente que todavía quedan muchos caminos por explorar y construir. Uno de los trayectos más fascinantes que tuve el gusto de recorrer reposan en la literatura. Es en l

El árbol de la autenticidad

Cuando nos decidimos a cambiar de rumbo, se nos abren caminos que en un principio pueden carecer de lógica. Sin embargo, son tales nuestras ganas de avanzar, que nos vemos poseídos por un espíritu de avidez irrefrenable y sometido a la voracidad de nuestro deseo. Nos adentramos en una nueva travesía sin saber muy bien por qué ni para qué. Sólo tenemos la vaga intuición de que queremos estar mejor. Para viajar, no siempre necesitamos movernos. En el árbol, tan quieto y sereno, se afirma la vida como en ningún otro ser viviente. Desde esta metáfora, podemos aprender de su ejemplo. En principio, sólo basta con poner los pies sobre la tierra para desplegarnos en el firmamento. A propósito, la palabra humildad viene del latín humus , que se traduce literalmente como “tierra”. No se trata de una humillación ni de una falsa modestia. No es “hacerse el buenito” para caerle bien a los demás. Es conectarnos con nuestro barro, sabiéndonos receptáculos de nuestros defectos y virtudes para lueg

La ventana del alma

¿Cuántas veces queremos encontrar el botón mágico que solucione nuestros problemas en los momentos de crisis? En épocas de comprimidos para el alivio inmediato del dolor, transitamos nuestra vida buscando respuestas lineales a realidades entrelazadas. Desde el sopor de la quietud, anhelamos un “golpe de suerte” que gire nuestra barca en una dirección opuesta a la del viento. Al parecer, esto no es más que una ilusión que nos mantiene a flote, pero sin remarla. En este juego de azar, somos una especie de accesorio del destino, una botella en el mar pero sin mensaje. Nos gobierna la voluntad ajena, y nos conformamos con sobrevivir o, simplemente, con no tener sobresaltos. Tentados por el dios de la comodidad, transcurrimos los valiosos años de nuestra vida con la impresión que nos da una mala fotocopia. Quisiéramos recargar las tintas, pero no sabemos en qué ni cómo. Sin embargo, hay algo dentro nuestro que no se rinde ante la adversidad. Nunca es tarde, porque tarde es cuando nu

El espejo de la vida

¿Cómo miramos lo que nos pasa? ¿Cómo nos vemos en esas situaciones? ¿Es real lo que juzgamos? ¿O muchas veces nos engañamos a nosotros mismos? La mirada, cuando se posa sobre uno mismo, presenta varios matices que se reflejan en una superficie: el espejo de la vida. Hay espejos cubiertos de polvo, llenos de nostalgia y de una suciedad que ya no nos pertenece. Es el pasado que nos impide reflejar la luz que está a nuestro alrededor. En otros casos, el cristal no está lo suficientemente pulido y necesita de un esfuerzo adicional para darle una mayor claridad a nuestros proyectos.   A veces nos enojamos, no aceptamos lo que somos y rompemos ese espejo. Entonces, hagamos lo que hagamos, la vida nos devuelve una imagen hecha pedazos. En estas circunstancias, tendremos que reunir con paciencia los fragmentos para volver a captar nuestra esencia, con sus virtudes y sus defectos. Si de espejos se trata, también podemos encontrar cóncavos y convexos. Los primeros agrandan lo que nos sucede, y

No pensar lo que piensan los otros al pensarnos

  A veces se nos hace más sencillo tratar con las personas ni bien las conocemos. Con el paso del tiempo, el encanto inicial cede, y se nos hace cuesta abajo mantener el vínculo, ya que entramos en un terreno más profundo que socava la imagen idealizada que le queremos imponer a los demás. Entonces, en el afán de enaltecer una personalidad sin manchas ni defectos, ocultamos nuestras debilidades detrás de una presunción de infalibilidad. Podríamos decir que nos reconforta lo efímero y banal que se transfigura como la máscara de nuestro ser. En este escenario enmascarado, somos actores que dramatizan un encuentro fugaz y sin compromisos. No damos mucho de nosotros, ni esperamos recibir algo de nuestro alter ego. Nos conformamos con deslizarnos sobre la superficie y seguir de largo. En definitiva, lo que tratamos de hacer es prolongar lo inevitable. Y no me refiero al mero encuentro con el otro. En realidad, es el encuentro con nosotros mismos frente al otro lo que está en juego. El

El imperfecto e incompleto sentido de la existencia

  Hoy hablaremos sobre el perfeccionismo, una modalidad que, ante las demandas sociales, familiares y culturales, tendemos a incorporar en nuestra rutina, al punto de confundirla con nuestra forma de ser. Definimos al perfeccionismo como la tendencia a querer alcanzar resultados “sin fallas”, replicando con exactitud lo que nos habíamos propuesto en nuestra mente. Por medio de este resultado, esperamos el reconocimiento y la valoración del otro. Partimos de la premisa de que, “si lo que hago es valorado, entonces soy valioso”. De alguna manera, medimos nuestra autoestima con la vara de la excelencia, y con la imagen que los demás reflejan de nosotros. Supuestamente, esa meta nos va a completar al punto de cancelar nuestro deseo (imaginemos que todos nuestros deseos se “cumplen” y estamos completos, ¿qué queda luego?). El problema de esta tendencia es el sufrimiento que conlleva, ya que la perfección, en cuanto ideal, es un imposible.   Estructuralmente, el ideal nos mueve a avanz

Las palabras son un puente

A veces nos sentimos vacíos. Vivimos la ausencia en carne propia. Tanto que se nos difuminan las dimensiones del tiempo y el espacio. Ya sea por una pérdida, un cambio de vida, una gran decepción o por falta de proyectos, sentimos que “se nos mueve el piso”. Las coordenadas que nos definen parecen esfumarse, y nos cuesta percibir las cosas con claridad.   Si pudiésemos graficar lo que nos pasa, diríamos que “tenemos un agujero en nuestro ser”, una especie de ruido blanco que nos impide escuchar nuestro interior. A partir de ese instante, intuimos que algo se quebró en nosotros al perder nuestro punto de apoyo. Nos apreciamos diferentes, como si todo lo demás nos pesase más que antes. Es por eso que quizás nos encontramos en situaciones similares a las del pasado, pero las vivimos con mayor intensidad y emocionalidad. Lo primero que podemos hacer cuando nos sentimos así, es hablar con alguien. Las palabras son un puente que nombra algo de lo inefable que nos aqueja. Es imposible d

La libertad y la elección

  Retomando lo que escribí en el primer post, me gustaría realizar algunas puntuaciones sobre la libertad y la elección cuando padecemos nuestra realidad. Muchos de ustedes me dirán que no todo depende de la voluntad, que hay circunstancias que nos exceden y a las cuales jamás les encontraremos “solución”. Desde esta lógica, hay algo que se resiste a ser cambiado más allá de nuestro querer. Por supuesto que en nuestra singularidad cargamos con un bagaje de vivencias que es único e intransferible. Cada historia, trabajo, experiencia vincular, lugares donde nos encontramos, ámbitos que frecuentamos, entre otros, configuran nuestro “mapa vital”; una especie de registro que nos dice de dónde venimos, en dónde estamos y hacia dónde vamos (o queremos ir). En primera instancia, preguntémonos si ese mapa refleja exactamente nuestro terreno (lo que somos), o si es una mera representación de lo que creemos ser. O será que, desde ese “afuera”, encontramos una “carta de presentación” relativ

Bienvenidos al Blog

  Dice el poema de Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Es un poco lo que estoy haciendo ahora comenzando este Blog. También es la idea que quiero plasmar en el concepto de Zana Mentes . Creo fervientemente que la vida es una constante búsqueda de sentido. En el día a día, creamos inmensidades circunscriptas e instantes infinitos. Lo que nos rodea, no es tanto lo que es.   Lo sepamos o no, con nuestro hacer y decir, o nuestro callar y omitir, tejemos esa red de realidad a través de la cual pensamos nuestro entorno. Lejos de una salud mental edulcorada, aséptica y libre de dificultades, en Zana Mentes entendemos que la salud mental es una actividad y una actitud que cuesta (y a veces duele), pero que vale la pena. Y que si somos lo que hacemos con lo que nos pasa, siempre tendremos esa posibilidad de elección subjetiva frente a lo que nos condiciona (pero no nos determina). Desde está filosofía que desanda los caminos de la moralidad heredada, prop