¿De qué hablamos cuando nos referimos al cuidado de nuestros seres queridos? ¿Es sólo la presencia física la que garantiza un acompañamiento idóneo? ¿O quizás es nuestra predisposición para un trabajo serio y profesional lo que hace la diferencia? Varias son las cuestiones que surgen cuando de cuidar a un familiar se trata. En primer lugar, puede llegar a instalarse el factor de la culpa. Delegar el cuidado de un familiar en un profesional de la salud, es un acto de desprendimiento y aceptación de nuestros límites en lo que se refiere a su atención. Si bien queremos darle lo mejor a nuestro ser querido, no siempre estamos capacitados para ello. En estos casos, delegar responsabilidades en un agente de la salud es una sabia decisión. En segundo término, nos puede preocupar la idoneidad del profesional acompañante. Es entendible que tengamos ciertas dudas con respecto a la persona a la cual dejamos a cargo de tamaño servicio. Un ápice de desconfianza quizás sea el motor para conversa